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Psicología y salud mental

Cómo enseñar a los niños a resolver sus problemas

Enseñar a los niños a resolver sus problemas
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 25.03.18

Los niños, al igual que los adultos, se enfrentan cada día a situaciones problemáticas o conflictivas que no saben muy bien cómo resolver. Muchas de estas dificultades se presentan en el área social, ya que los niños, aún inmaduros, a menudo tienen pocas habilidades sociales y actúan de manera impulsiva.

¿Por qué es interesante enseñarles a resolver sus problemas?

La tarea de resolver problemas implica una serie de aspectos, como la toma de decisiones, que si aprendemos a hacer de la manera adecuada ayudará a nuestros hijos en muchas áreas de su vida.

Las personas que tienen dificultades para resolver problemas, a menudo se angustian y rumian durante horas y días cómo afrontar determinada situación, en un tipo de pensamiento circular e improductivo, que suele generar ansiedad y malestar.

Ser habilidoso socialmente es una de las características que más ayuda a las personas a tener una vida social gratificante. Y una de las áreas que hay que aprender para serlo, es la resolución de problemas y conflictos.

Al enseñar al niño a resolver problemas, estamos fomentando también su creatividad, su empatía, su pensamiento divergente y su capacidad crítica. Aspectos valiosos y útiles en muchas otras áreas de la vida.

La resolución de conflictos: cómo afrontarla con el niño cuando tiene un problemas.

Es muy difícil enseñar al niño a resolver problemas por anticipado. Lo mejor es aprovechar cuando se produce la situación conflictiva, y a partir de ahí, acompañar al niño en el proceso. Los problemas, las crisis y los conflictos son grandes oportunidades educativas que debemos aprovechar.

Niñas resolviendo sus problemas

Situación:

El niño llega a casa alterado porque se ha enterado de que sus amigos han quedado a sus espaldas y se siente dolido. Pronto es su cumpleaños, y no sabe qué hacer: si invitar a esos niños que le han dejado de lado, o vengarse y no invitarlos. Este es un ejemplo de una situación, pero sirve cualquiera.

Lo primero, es darle apoyo emocional. Si nuestro hijo nos cuenta esto, lo que debemos hacer en primer lugar es escucharle con atención. Darle apoyo emocional, interesarnos por cómo se siente, no ningunear sus emociones con frases del tipo “¡Venga, pero si eso es una tontería! Seguro que mañana están todos jugando juntos” o “no te pongas así por cualquier cosa, ¡son cosas de niños!”. Claro, todo lo que le pasa a nuestros hijos son cosas de niños, porque son niños. Pero para ellos, en ese momento, eso es lo más importante que les ha sucedido, les está haciendo sufrir, y merecen respeto y atención.

En segundo lugar, debemos recoger más información promoviendo el análisis de la situación. Tenemos un problema y necesitamos darle solución, para lo cual, hay que analizar bien la situación y tener más datos. Siguiendo con el ejemplo, podríamos preguntarle: “¿Habías discutido con esos niños días antes? ¿Es posible que estén molestos contigo por algún motivo?” y ese tipo de preguntas para ayudar al niño a reflexionar sobre qué ha podido suceder, y si hay alguna parte de responsabilidad por su parte. Puede que sí, o puede que no, pero, sin convertir esto en un tercer grado, podemos animarle a reflexionar un poco. A veces en este proceso aparece información nueva que nos permite ir avanzando en alguna posible solución del problema.

También debemos enseñarle a empatizar, a ser creativo, a valorar opciones. Le animaremos a ponerse en el lugar del otro: “¿Es posible que esos niños no supieran que tenías interés en jugar con ellos? ¿Has hecho algo para hacerles saber que te gustaría quedar? ¿Puede que se les olvidara llamarte?” Ampliar las posibles causas, también nos permite ampliar las posibles soluciones.

El siguiente paso es establecer las posibles soluciones: preguntar al niño: “Bueno, ¿entonces qué opciones tenemos? ¿Se te ocurre qué cosas podrías hacer? Por ejemplo: A) invitarles al cumple tal como tenías previsto B) hablar con ellos para ver qué ha podido suceder y en función de la respuesta decides o C) no invitarles al cumple.

A continuación, se le invita a hacer una pequeña lista de ventajas y desventajas de cada una de las tres alternativas, y ante esas listas, el niño debe elegir una. Al poner todo por escrito, claramente verá cuál es la mejor opción. Y le aconsejamos que una vez tomada la decisión, debe seguir adelante con ella. Cualquiera de ellas tiene ventajas y desventajas, así que asumimos un riesgo al tomar la decisión que tenemos que asumir.

Como vemos, el proceso de resolución de problemas no es tan complicado si se hace en un orden adecuado, y siguiendo unas pautas muy básicas. En el momento que el niño siente que está tomando las riendas de la situación, valorando las opciones que tiene y tomando una decisión, se siente mucho más seguro de sí mismo y con la sensación de no haber actuado por impulsos o sin reflexionar.

Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas