Hasta qué punto son los padres causantes del ‘bullying’ que ejercen sus hijos

El acoso escolar es un grave problema social y afecta a millones de niños en el mundo. Esto ha llevado a los expertos a plantearse importantes cuestiones, como qué motiva a un menor a abusar de otro o cuál es el origen del bullying. El documental Somos Unicxs, promovido por la Fundación ColaCao y el Consejo Superior de Deportes y ofrecido por La Sexta, es la iniciativa más reciente y tiene un gran interés. Por un lado, porque ofrece una triple perspectiva: la de la víctima, la del agresor y la del testigo. Por otro, porque cuenta con el testimonio de grandes deportistas que han sufrido el acoso en sus carnes, como los medallistas olímpicos Carolina Marín y Ray Zapata, entre otros.

Después de muchas investigaciones desarrolladas en los últimos años, sigue habiendo muchas preguntas difíciles de responder sobre este asunto. No obstante, sí se han podido sacar algunas conclusiones. Una de las causas la encontramos en la crianza. Parece ser que el maltrato infantil fomenta este tipo de conductas. En otras palabras, los padres maltratadores podrían ser los culpables de que su hijo se convierta en un ‘matón’ escolar.

El origen del bullying

En este sentido, un estudio publicado en la revista Child Abuse and Neglect determinó que un comportamiento negativo de los progenitores aumenta el riesgo de formar a un acosador o una víctima.

Después de revisar varios trabajos científicos sobre este tema, los autores llegaron a la conclusión de que muchos intimidadores tenían en común haber sufrido una crianza negligente y abusiva.

Por el contrario, cuando en el hogar se vive una relación cálida, con una buena comunicación y una protección adecuada, se reducen las probabilidades de que experimenten episodios de bullying.

Imitan a los mayores

Los niños aprenden de todo lo que hacen y dicen los adultos. En los primeros años de vida se convierten en imitadores de sus padres, quienes son su modelo, para bien y para mal. Por eso debemos cuidar nuestro proceder y, por ellos, intentar ser cada día mejores.

Si nos burlamos de nuestros hijos y los ridiculizamos cuando se equivocan, posiblemente actuarán de la misma forma con sus amigos. Asimismo, si son víctimas de algún tipo de abuso en casa, sea verbal o físico, creerán que es normal tratar a las personas de la misma manera, lo que les generará muchos problemas en sus relaciones.

Traumas vitalicios

Lo peor de todo es que el maltrato infantil se puede convertir en una triste cadena que aprisione a varias generaciones. El medio ABC News conversó con Nick Schiavone, un padre soltero que en la niñez fue víctima de violencia física en su casa y que ahora asiste a terapia psicológica para controlar la ira mientras cría a sus dos pequeños.

“Mi padre era un poco maltratador. Me daba azotes, golpes y me lanzaba al suelo. No quiero hacer eso con mis hijos, porque sé el efecto negativo que me causó como ser humano. No quiero que eso les pase a ellos”, comenta Schiavone, quien participa en un programa para fortalecer los vínculos familiares dirigido por la National Exchange Club Foundation.

Karen Askew, directora de la fundación, asegura que “la mayoría de la gente que fue hostigada en la infancia dice: ‘Nunca trataré a mis niños como lo hicieron conmigo’. Pero las personas tienden a ser de la misma manera en que fueron criados”.

Proceder de un hogar monoparental también puede ser la causa de algunos traumas de personalidad propiciados por la carencia afectiva. El menor buscará distintas formas de llamar la atención en su colegio, lo que podría incluir molestar a sus compañeros.

Si bien los acosadores reciben el rechazo de la opinión social, muchas veces son los más populares en las escuelas y también los más temidos. Esto los hace sentir poderosos y con el apoyo que quisieran recibir en casa, por lo que persisten en su mala conducta.

Otras causas

Sin embargo, no todos los niños que han vivido una crianza con violencia se convierten en abusadores. Algunos han tenido padres violentos, pero al ser alumnos de un colegio con un programa antibullying no desarrollan este problema de comportamiento, explica a BBC Dorothy Espelage, profesora de educación infantil en la Universidad de Carolina del Norte.

Según la docente, la imagen del típico matón escolar ha cambiado en los últimos años: ha pasado del agresor fanfarrón al atacante maquiavélico. Pueden ser carismáticos, con mejores habilidades sociales e incluso contar con el aprecio de los maestros. Solo activan el modo intimidatorio cuando es necesario.

“Quieren ser socialmente dominantes y líderes del grupo. La forma en que lo hacen es empujando al resto hacia abajo en la jerarquía”, explica Espelage.

Por otro lado, algunos molestan a sus compañeros porque internamente tienen problemas de autoestima y no confían en sí mismos, según se afirma un artículo revisado por los expertos de salud conductual de KidsHealth.

Asediar a otros niños les hace sentir que tienen el control y que son importantes, al mismo tiempo que dan salida a su ira y frustraciones. Hay quienes quizás no saben cómo interactuar con los demás de manera adecuada o simplemente desconocen que esa conducta es incorrecta.

Insensibilidad emocional

Denis Sukhodolsky, profesor en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale y experto en el tema de la ira, emprendió una investigación para analizar las causas biológicas y ambientales que llevan a un menor a querer humillar a sus iguales.

El grupo de estudio en el que participó este docente descubrió que muchos agresores tendían a la insensibilidad emocional; es decir, les costaba reconocer cuándo otra persona estaba enfadada.

Además, mediante imágenes de resonancia magnética, encontraron diferencias cerebrales en aquellos con tendencia al abuso. “La falta de conciencia social es un rasgo que los agresores suelen compartir con sus víctimas, quienes también tienen sus propias dificultades para las relaciones interpersonales”, indican los investigadores.

¿Cuál es la solución?

Sukhodolsky considera que no existe una solución única para combatir el bullying, aunque reconoce los avances que se han logrado en la materia desde que se comenzó a estudiar profundamente a inicios de la década de 1990, después de que varios adolescentes se quitaran la vida.

“Las escuelas ahora tienen la obligación de contar con un plan de acción y ofrecer servicios para los niños que están en riesgo de ser acosados o que podrían convertirse en los intimidadores”, menciona.

Considera que a los estudiantes se les debe explicar las dificultades de desarrollo que tienen algunos, con la intención de generar empatía y lograr que se ayuden entre sí.

Según el pedagogo, la mejor estrategia para vencer este gravísimo problema social es enseñarles desde pequeños a aceptar las diferencias de las personas y a ser respetuosos. Y, por supuesto, resulta absolutamente contraproducente separar del resto a los menos capacitados, incluyendo quienes padecen de autismo u otra enfermedad que limite sus habilidades de aprendizaje.