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Cuáles son las principales metodologías educativas y cómo se llevan a cabo en el aula

Cuáles son las principales metodologías educativas y cómo se llevan a cabo en el aula
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 26.01.24

Durante las últimas décadas, los docentes han comenzado a poner en práctica diferentes metodologías educativas con las que maximizar el aprendizaje de sus alumnos. La simple transmisión oral de conocimientos ha dado paso a un abanico de posibilidades que, además de la mera memorización de conceptos, permite que los estudiantes vean mejoradas sus capacidades.

Dicha evolución en sus competencias no solo aporta ventajas en el ámbito lectivo, sino que también les forma con vistas a su futura incorporación al mundo laboral y les convierte en individuos más preparados para afrontar el día a día. En cuanto a la calidad de las distintas modalidades didácticas, no existe una mejor que otra. De hecho, combinarlas adecuadamente en función de las circunstancias concretas es la verdadera clave para optimizar los beneficios de cada una de ellas.

1. Lección magistral

Se trata de la vía de enseñanza más tradicional, consistente en la exposición de conocimientos, por parte del maestro, a un alumnado que toma apuntes de la información recibida. A través de esta se suelen ampliar los contenidos de los libros de texto o, al menos, se organizan de manera que resulten más sencillas su comprensión e interiorización.

A lo largo de la lección magistral, los estudiantes trasladan sus dudas al docente y este las resuelve para facilitar el entendimiento de la materia. Pese a las limitaciones de esta alternativa, puede resultar útil en diferentes asignaturas, sobre todo si se complementa con otras iniciativas que fomenten la participación de los integrantes del aula.

2. Aula invertida

También conocida como flipped classroom, se trata de una de las metodologías educativas que más peso ha ganado en los últimos años. Los roles clásicos que implican las lecciones magistrales se invierten, asignándose las tareas básicas de aprendizaje a los momentos de estudio en casa. Entre las ellas se incluyen textos, videos u otros recursos adicionales que los niños pueden gestionar sin ayuda externa.

Funcionamiento del aula invertida
Con el aula invertida, los alumnos trabajan cuestiones básicas en sus casas | Fuente: Canva

Esa dimensión individual se complementa con las sesiones grupales en clase, en las que se consolida lo trabajado previamente y se profundiza en ello. Sirven para generar un espacio didáctico caracterizado por el dinamismo y la interactividad. En él, el profesor actúa como un guía, planteando retos y proporcionando experiencias que impulsan la implicación y la creatividad del alumnado.

3. Aprendizaje basado en proyectos

A través de este tipo de propuestas, el docente adquiere, como en el caso anterior, un papel de mediador, mientras que los estudiantes se convierten en los protagonistas del proceso. De hecho, en ocasiones son ellos los que eligen un problema extraído de la vida real que deben resolver con la elaboración de un proyecto. A medida que progresan, van obteniendo conocimientos prácticos de una forma autónoma, complementada por las directrices necesarias del maestro, hasta la presentación de sus soluciones ante los demás.

En un mundo en constante evolución, este tipo de enfoque plantea una formación partiendo desde la incertidumbre. Según avanzan en el proceso, los alumnos aprenden de la propia experiencia y de la socialización con los diferentes actores que la rodean. Dicho planteamiento resulta muy ventajoso para la adquisición de competencias y la preparación para el ámbito laboral.

4. Aprendizaje cooperativo

En el aprendizaje cooperativo, los integrantes del aula se distribuyen en pequeños grupos, generalmente de carácter heterogéneo, en los que se trabaja en equipo para alcanzar objetivos comunes. La interacción personal también adquiere en este caso una destacada importancia, así como el aspecto práctico y la mejora de las habilidades de distinta índole.

Partiendo de unos roles claramente definidos, gracias a este tipo de propuestas los alumnos desarrollan valores como la empatía, la solidaridad, la inclusión, la asunción de responsabilidades o la autonomía didáctica. El abanico de posibilidades que ofrece esta alternativa es muy amplio, puesto que puede combinarse con muchas otras metodologías educativas.

Metodologías educativas grupales
Las metodologías educativas grupales fomentan la capacidad para trabajar en equipo | Fuente: Canva

5. ‘Design thinking’

El design thinking se basa en procesos de resolución creativa de problemas. Mediante el empleo de herramientas de diseño, pretende integrar las necesidades personales, los avances tecnológicos y la viabilidad de los negocios. El procedimiento se centra en ir construyendo el conocimiento a partir de ideas, que pueden ser las adecuadas o no. Y es que lo verdaderamente importante es dejar a un lado los prejuicios y el temor a caer en equivocaciones.

Representa una excelente oportunidad para la capacitación profesional. De hecho, se utiliza como método de trabajo en diferentes entornos empresariales, especialmente en los relacionados con la innovación, la creación de nuevos productos y la delimitación de oportunidades de mercado. Aunque puede llevarse a cabo de acuerdo con distintos modelos, el más habitual se divide en las siguientes fases:

  • Empatizar con las personas a las que va dirigido el proyecto, ya hablemos de sus necesidades, sus experiencias, sus motivaciones o sus limitaciones.
  • Definir el problema que se quiere resolver para establecer las acciones que deben acometerse.
  • Plantear todas las ideas que surjan sin miedo a equivocarse.
  • Establecer prototipos de las posibles soluciones planteadas anteriormente, experimentando su posible implantación.
  • Evaluar y refinar las acciones correctivas y los modelos diseñados.

6. Gamificación

La gamificación consiste en una enseñanza basada en juegos y recompensas, gracias a la cual los alumnos no solo se divierten, sino que interiorizan nuevos conocimientos y progresan en sus habilidades. Hay que tener claro, no obstante, que no se trata de adentrarse en una iniciativa lúdica sin más, sino de recurrir a las mecánicas y los elementos que exige el contenido que se quiere trabajar para elaborar una narrativa asociada al aprendizaje perseguido.

Lo verdaderamente esencial de esta técnica es que los estudiantes se sientan motivados y que los propios docentes también disfruten aplicándola. Para que resulte efectiva, todos los participantes han de comprender la dinámica previamente, una premisa desde la que se podrá conseguir la implicación de todos y alcanzar así los objetivos deseados.

Metodologías educativas motivadoras
Muchas metodologías educativas persiguen despertar la motivación del alumnado | Fuente: Canva

Entre los objetivos principales de este método de aprendizaje figuran:

  • Crear un vínculo lúdico de compromiso entre el alumno y el proceso educativo o contenido que se está impartiendo.
  • Constituir una herramienta motivadora y efectiva que llame su atención, combata la pasividad y el hastío y les impulse a adquirir nuevos conocimientos.
  • Premiar al alumno, sobre todo en aquellas situaciones en las que no existe más incentivo que el propio aprendizaje.
  • Optimizar los resultados de la enseñanza.

7. Aprendizaje basado en problemas

Este método recurre a cuestiones complejas del mundo real y actúa como vehículo para incentivar el aprendizaje. En primer lugar, se expone el conflicto que se quiere resolver, después se detectan las necesidades concretas, luego se rastrea en busca de los conocimientos necesarios y, por último, se vuelve a encarar el desafío. Este, por supuesto, ha de estar relacionado con las materias del currículo que el profesor desee trabajar.

Al igual que en otras metodologías educativas de carácter activo, se sitúa al alumno como protagonista del proceso. Lo más relevante es generar la suficiente motivación para que se esfuerce por entender los conceptos implicados en la acción didáctica. Además, esta debe entrañar una dificultad compatible con el nivel de los estudiantes, de manera que puedan alcanzar soluciones comprensibles y defendibles por ellos mismos.

Con esta modalidad lectiva se consigue potenciar la capacidad para analizar información, así como la autonomía, la toma de decisiones, la resiliencia y el pensamiento crítico. Al llevarse a cabo en equipos de trabajo, también ayuda a desarrollar la empatía, la solidaridad, el respeto hacia otros puntos de vista y las habilidades comunicativas.

8. Aprendizaje basado en el pensamiento

Este tipo de iniciativa, también conocida como thinking based learning, se incluye entre las metodologías educativas activas. Otorga a los estudiantes un protagonismo clave en las sesiones didácticas, en las cuales no se persigue la memorización de conceptos. Por el contrario, el principal objetivo es una mejora de destrezas que posteriormente puedan ser aplicadas en el día a día.

Consiste en abordar una comprensión profunda de los contenidos del currículo, adquiriendo nuevos hábitos mentales a través de los que examinar a fondo las materias. Fundamentalmente, el proceso se compone de ocho mecanismos: la comparación, la clasificación, la inducción, la deducción, el análisis, la construcción, el examen de distintas perspectivas y el resumen explícito.

Mediante estos organizadores gráficos del pensamiento, es posible tratar contenidos de los temarios de diferentes asignaturas. De ese modo, el entendimiento de los temas analizados se optimiza, al permitir desgranar las materias y profundizar en mayor medida en ellas, ya hablemos de una etapa histórica, de un problema matemático o, entre otros incontables supuestos, del estudio de destacadas figuras literarias o filosóficas.